Las redes sociales nos aportan grandes beneficios. Pero, a su vez, permiten con mucha facilidad que se lleven a cabo algunas conductas lamentables, como puede ser el ciberacoso.
Podemos catalogar como ciberacoso el uso de Internet o, en general, las tecnologías de comunicación, para llevar a cabo conductas de acechamiento y hostigamiento repetitivo hacia una persona.
El ciberacoso normalmente se presenta en niños y adolescentes de la misma edad y puede adoptar múltiples formas: el envío de mensajes insultantes groseros o amenazantes, la difusión de rumores, la revelación de información personal, la publicación de fotos embarazosas o la exclusión de la comunicación en línea, entre otras. La finalidad de este tipo de acoso en las redes sociales no es otra que amenazar o minar la autoestima del acosado o víctima (bullied).
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El Ciberacoso e Internet
La masiva popularidad de la comunicación en línea entre los adolescentes ha provocado, desde sus comienzos, todo tipo de reacciones encontradas. Las preocupaciones se han centrado en el desarrollo de relaciones superficiales con extraños o con personas poco conocidas, en el riesgo de adicción y en el aumento de la probabilidad de ser víctima de ciberacoso. Desde otra perspectiva, podemos considerar a Internet como una oportunidad para mantener y profundizar relaciones reales creadas de manera presencial, para explorar la propia identidad, encontrar apoyo a problemas de desarrollo en temas sensibles o desarrollar habilidades en diversos ámbitos.
El uso masivo de Internet por parte de los adolescentes y jóvenes nos debe llevar, entonces, a reflexionar sobre el tipo de relaciones sociales que mantienen. Es necesario desarrollar un enfoque integrado, que nos permita visualizar tanto los riesgos como las oportunidades de esta nueva y poderosa forma de comunicarse en línea.
La tecnología no es peligrosa en sí misma, pero puede convertirse en un arma destructiva si se le da un uso inadecuado. Esto ha ocurrido con las redes sociales. Concebidas en un principio para mejorar las comunicaciones y la interacción entre las personas y organizaciones, con el tiempo se han ganando el rechazo de muchos, al convertirse en un espacio donde personajes como los acosadores, matones y trolls de toda índole dan rienda suelta a sus malas intenciones y acciones.
Resulta indispensable. por parte de los adultos, auto educarnos y aprender todo lo relativo a Internet, aplicaciones y redes sociales. De esta forma, nos será posible ejercer un adecuado monitoreo, acompañamiento y supervisión, especialmente en la etapa de la adolescencia.
Consejos en caso de Ciberacoso
- Buscar información. Es importante ponernos en contacto con equipos de profesionales que puedan ayudarnos y asesorarnos antes de que tomemos cualquier acción. En España podemos consultar los sitios Web de la Oficina de Seguridad del Internauta o del Instituto Nacional de Ciberseguridad, en cuyas páginas encontraremos información sobre este tema y otros temas relacionados.
- No deshacernos de las pruebas. No es recomendable eliminar fotos o mensajes, pedir a redes sociales que eliminen contenidos, a buscadores que retiren resultados o pedir a los demás que borren correos. En muchos casos esto supone perder pruebas y dificulta mucho la reparación del daño y el castigo de los culpables. Lo mejor que podemos hacer es recopilar todas las pruebas. Es de utilidad capturar pantallazos de todos los mensajes que pudieran ser amenazantes e intimidatorios. Debemos tener presente que la persona acosadora intentará por todos los medios, deshacerse de todo rastro eliminando los contenidos publicados.
- Nunca ceder a los chantajes o amenazas. Ceder ante un ciberacosador no nos asegura que la situación no se vuelva a repetir.
- Denunciar. Recurrir siempre a los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado. Estas organizaciones cuentan con áreas específicas dedicadas a los ciberdelitos y con personal especializados, como el Grupo de Delitos Telemáticos de la Guardia Civil, que fue creado para investigar todos aquellos delitos que se cometen a través de Internet.
- Aumentar la seguridad y protege nuestros medios sociales. Existen muchos casos en los que el acoso se inicia con una intrusión o hackeo en las cuentas de la víctima. El acosador roba nuestra identidad y consigue incomodar incluso a nuestro círculo más cercano en nuestro nombre. Este tipo de intrusiones puede propiciar también el robo de información sensible con la finalidad de realizar futuros chantajes. Si creemos que alguna de nuestras redes sociales puede estar o haber sido hackeada (robo de identidad) o detectamos situaciones como la suplantación de identidad, debemos trasladar al centro de seguridad de la red social cualquier sospecha que tengamos. Posteriormente, es recomendable realizar las denuncias respectivas en las agencias correspondientes.
Conclusiones
El ciberacoso es un fenómeno que se ha convertido en una lacra y que cada vez se extiende más en el entorno digital.
Existen una serie de dificultades tecnológicas para establecer vínculos causales y de responsabilidad por parte de los presuntos agresores. Estas dificultades se ven ampliadas cuando no es una sola persona, sino un grupo personas, quienes participan en el ciberacoso. Lamentablemente, la mayoría de los individuos que intervienen en este tipo de acoso no reciben ningún tipo de sanción. En muchos casos el acoso se llega a ver con cierta normalidad, hasta el punto de que puede no considerarse una situación que requiera algún tipo de ayuda, control o sanción hacia los acosadores.
Es responsabilidad de todos realizar las acciones que estén a nuestro alcance para erradicar esta y otras conductas, tanto del entorno digital como presencial.