El pasado 3 de octubre Microsoft nos premió a todos con la posibilidad de actualizar nuestros equipos liberando la tan esperada Windows 10 october update. En mi caso, como tengo el gran defecto de que me gusta estar a la última, me pongo raudo y veloz manos a la obra. Dado que la anterior súper actualización fue la april update, y había fallado más que una escopeta de feria (de hecho, se retrasó casi un mes con relación a la fecha prevista), pensé, ingenuo de mí, que Microsoft había por fin aprendido la lección, y que, por tanto, iba a ser un poco más cuidadosa e iba a evitar errores (bugs) importantes.
Sin embargo, una vez que el ordenador ya ha terminado los reinicios pertinentes (si no, no sería Windows), se me ocurre la feliz idea de comprobar si todo está en orden. Aparentemente, sí, hasta que entro en mi carpeta de Documentos y, ¡oh sorpresa!, me encuentro con que mis archivos personales que tenía almacenados han desaparecido como por arte de magia (bueno, por arte de Microsoft). A lo largo de todos los años que llevo utilizando el sistema operativo de las ventanitas, incluyendo, por ejemplo, los maravillosos Windows Vista, Me, Windows 8, nunca me había pasado nada parecido. Lo normal es que algún driver deje de funcionarte, como el de la pantalla (que se vean colores extraños, tamaños de letra incalificables), que el sistema te funcione lento o que, al conectar una simple impresora, tengas problemas de compatibilidad (vamos, que te quedes tirado sin poder imprimir hasta que el fabricante tuviera a bien sacar una solución).
Por contra, a finales de septiembre, actualizo mi Macbook pro (viejito, pero ahí sigue dando guerra, de la buena) a Mojave y, oye, sin problema. Previamente había hecho una copia de seguridad utilizando esa magnífica herramienta que viene incluida dentro del sistema que es Time machine. Además, a pesar de que tiene casi 9 años, sigue funcionando razonablemente bien. Lo de la obsolescencia programada no ha tenido éxito conmigo.
¿Y cómo puedo solucionar el problema?
Afortunadamente, tenía una copia de los archivos en otro disco duro y, por ello, pude recuperarlos sin problema. Pero me imagino a cualquier persona que utilice su ordenador para trabajar, que tenga unos conocimientos básicos para manejarse, y que de repente se encuentre con que se le ha actualizado y le han “desaparecido” sus archivos. Me parece del todo inaceptable que una compañía tan importante como Microsoft se permita el lujo de lanzar al mercado un producto con un problema tan grave.
Buceando por internet, y leyendo algunos foros donde muchos usuarios estaban también jurando en arameo por la gracieta de Microsoft, hay quien encuentra una solución no oficial (Microsoft, hasta ahora, que yo sepa, no ha facilitado ninguna explicación al respecto): después de actualizar, y encontrarse con el desaguisado, no trabajar con el ordenador, y a continuación, descargar la aplicación Recuva (que pertenece al mismo desarrollador de CCleaner, Piriform), que es una herramienta que conviene tener a mano siempre en el caso de que borremos por accidente algún archivo y necesitemos recuperarlo. Pues bien, con este programa, parece que podamos rescatar todos nuestros archivos, con los que Microsoft ha querido jugar graciosamente al escondite, siempre y cuando -insisto- procedamos inmediatamente después de verificar el desastre.
Consejos para osados concursantes
Para todos aquellos osados que se atrevan a actualizar su ordenador con cualquier revisión nueva de Windows 10, ruego encarecidamente que sigan los siguientes pasos:
- Primero, comprobar que nuestro PC cumple con los requisitos mínimos:Procesador a 1 GHz o superior compatible con PAE, NX y SSE2 (podemos utilizar CPU-Z para ver si nuestro procesador es compatible).
- Memoria RAM: 1 GB para la versión de 32 bits o 2 GB para la versión de 64 bits. En este caso, mi recomendación sería tener como mínimo entre 4 y 8 GB.
- Disco duro: 16 GB libres para la versión de 32 bits o 20 GB libres para la versión de 64 bits. Aquí recomendamos, si es posible, cambiar nuestro viejo disco duro mecánico por uno SSD. Actualmente han bajado mucho los precios, y supone un gran cambio en cuanto a la velocidad de funcionamiento del equipo.
- Tarjeta gráfica compatible con DirectX 9.
- Una resolución de pantalla de al menos 800 x 600.
- Segundo, y quizá el más importante de todo: hacer una copia de seguridad de todos nuestros datos. Y para ello, deberemos seguir los siguientes pasos:
- Tener un disco externo y conectarlo a nuestro equipo mediante el cable USB.
- Entrar en el panel de control > Sistema y Seguridad > Historial de archivos:
Finalmente, después de haber seguido las recomendaciones anteriores, ya podemos abrir Windows Update (pinchando en la ruedecita de configuración de Windows, y después, dentro del apartado “Actualización y Seguridad”), descargar todas las actualizaciones que estén disponibles hasta el momento, ya que de lo contrario no saltará el paquete para actualizar a la nueva versión.
¡Ánimo y suerte!