El pasado 7 de noviembre Google, a través de su compañía Waymo, anunció que los vehículos de conducción completamente autónoma, es decir, sin nadie al volante, ya están disponibles para pruebas en condiciones reales de tráfico en las calles de Phoenix, Arizona (EE. UU) para todos aquellos que quieran formar parte de su programa de voluntarios. Y este podría considerarse un momento histórico, si tenemos en cuenta que las previsiones más optimistas de los especialistas apuntaban al 2020 como el año en que comenzaríamos a ver este tipo de pruebas. Pero, ¿estamos realmente preparados para estos cambios?
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Breve Historia de la conducción autónoma
En un primer momento podríamos pensar que la historia de los coches autónomos comienza con Google. Sin embargo, debemos remontarnos a comienzos del siglo XX, en concreto el 8 de diciembre de 1926, cuando una pequeña empresa de Milwaukee anunció que haría una demostración de un coche sin conductor, que sería controlado por radio. Un diario de la época comenzaba su noticia así:
“Un ‘coche de motor fantasma’ se aparecerá en las calles de Milwaukee hoy. Sin conductor; encenderá su propio motor, tirará de su embrague, girará su volante, tocará su claxon y quizás incluso replique al policía de la esquina”.
La compañía responsable de tal hazaña fue Anchen Motor. El experimento consistía en controlar un vehículo desde otro que lo seguía y le enviaba órdenes utilizando un sistema de radio, leídas mediante un receptor instalado en el primer coche.
Del prototipo no se volvió a saber nada. Será en la exposición Futurama de 1939 cuando vuelva a aparecer la idea de fabricar un coche sin conductor.
En los años 60 se volvió a trabajar en diversos proyectos patrocinados, entre otros, por General Motors.
No obstante, no será hasta la década de los 80 cuando Ernst Dickmanns, profesor alemán de la Bundeswehr University de Múnich, experto en inteligencia artificial, lidere un equipo que construya el primer vehículo realmente robotizado. Utilizó visión sacádica (movimientos rápidos de los ojos u otras partes de animales o dispositivos), cálculos probabilísticos y computación paralela, que permite resolver muchos problemas simultáneamente, y que es el modelo utilizado en los procesadores con múltiples núcleos de hoy en día.
Posteriormente, varios países y fabricantes europeos de automóviles comenzaron a profundizar en la investigación del vehículo autónomo. Así, la Comisión Europea, en la búsqueda de soluciones a los problemas de tráfico en las ciudades, financió parte del proyecto. Como resultado, en 1994 un Mercedes 500 SEL, apodado ‘VAmP’, recorre más de 1.000 km en la circunvalación de París, alcanzando una velocidad de 130 km/h.
Un año después, otro modelo preparado por Dickmanns, en esta ocasión un Mercedes Clase S, recorrió 1.678 km en autopista, desde Múnich a Dinamarca. En esta ocasión el vehículo fue capaz de conducir durante 158 km sin intervención humana, alcanzando los 180 km/h de velocidad.
El resto de la historia de la conducción autónoma es más conocida. Sería Google, a través del anuncio del Google Car, que se fabricó utilizando las últimas tecnologías en procesamiento y conexión a Internet, quien impulsó definitivamente el desarrollo y popularización de la conducción autónoma. También llevó a marcas tradicionales de vehículos, como Mercedes, Audi y Volskwagen o las japonesas Nissan y Toyota, a crear sus propios prototipos.
En qué consiste la conducción autónoma
Un vehículo autónomo es aquel que reúne los sensores, procesadores, actuadores y software necesarios para conducirse de forma autónoma, es decir, sin intervención humana.
Dentro de la conducción autónoma, hay 5 niveles:
Nivel 0: Sin automatización en la conducción
En este caso no hay conducción autónoma. Es el conductor quien realiza todas las acciones.
Nivel 1: Asistencia en la conducción
El vehículo cuenta con algún sistema de ayuda a la conducción como, por ejemplo, mantenimiento del carril, controles de velocidad adaptativos o no, etc.
El objeto fundamental de este nivel es que el conductor pueda tener una conducción más cómoda, lo que conlleva a una mejora de la seguridad al volante.
Nivel 2: Automatización parcial
Se precisa conductor, aunque éste no realizará tareas relativas al movimiento.
El vehículo cuenta con control de movimiento tanto longitudinal como lateral, aunque no tiene detección y respuesta ante objetos.
Nivel 3: Automatización condicionada
Se precisa la presencia de conductor y, aunque la autonomía sea más elevada, este deberá estar atento para intervenir.
Tiene sistemas de automatización en lo referente al control de movimiento longitudinal y lateral; detección y respuesta ante objetos.
El vehículo podrá decidir cuándo cambiar de carril, frenar para evitar colisionar con otro vehículo, etc., pero el factor humano seguirá siendo clave, ya que el sistema puede precisar de su intervención.
Nivel 4: Automatización elevada
No se precisará de la intervención humana en ningún momento, dado que será el propio vehículo el que controlará el tráfico y las condiciones del entorno, definirá la ruta o alternativas y responderá ante cualquier situación.
En el caso de existir algún fallo del sistema principal, el vehículo cuenta con respaldo para actuar y seguir conduciendo.
Nivel 5: Automatización completa
El vehículo tendrá la capacidad de ir a cualquier lugar sin necesidad de volante, pedales, mandos, ya que el vehículo cuenta con sistemas de automatización a todos los niveles.
La figura del conductor no existe. Subiremos al coche, le indicaremos nuestro destino y el vehiculo se pondrá en marcha.
Cuentan con un sistema de automatización que en caso de fallo estará respaldado por otro sistema, por lo que él mismo solucionará cualquier imprevisto.
De todos estos niveles, el más común en los concesionarios es el 2.
Futuro del coche autónomo en nuestra sociedad
La implantación en un futuro no muy lejano del coche autónomo conllevará una serie de cambios importantes:
- En primer lugar, supondrá la desaparición de algunas profesiones: chóferes, conductores de autobús, taxistas, camioneros… todo lo que sea moverse por carretera sería susceptible de pasar a ser autónomo, y el primer sitio donde lo veríamos sería precisamente en el sector profesional, ya que para una empresa el ahorro de costes sería muy alto.
- Otra consecuencia puede ser la desaparición de las autoescuelas. ¿Sería realmente necesario que una persona que sepa conducir esté dentro del habitáculo?
- En tercer lugar, muy probablemente dejaremos de plantearnos la compra de un automóvil como algo necesario, y empezaremos a utilizar formas alternativas de movernos por las ciudades. Por ejemplo, el uso del taxi sin conductor se dispararía.
- En cuarto lugar, aumentaría la productividad. En las grandes ciudades, tenemos a miles de personas que pierden al menos dos horas al día en atascos. Aparte de ser estresante, estamos dedicando un tiempo muy importante a una tarea muy poco productiva. La llegada de los coches autónomos no supondrá la desaparición de los atascos. Sin embargo, al no estar pendientes de frenar y acelerar, podríamos emplear ese tiempo en hacer otras cosas, como leer noticias o adelantar trabajo.
- Finalmente, otra consecuencia importante va a ser la reducción drástica del número de accidentes de tráfico. Habrá menos muertes y lesionados en las carreteras.
En definitiva, aunque todavía estamos un poco lejos de ese futuro, lo cierto es que debemos ser conscientes de que el avance de la tecnología es imparable y necesitaremos estar preparados para hacer frente a sus importantes consecuencias, tanto en nuestra vida cotidiana como en la economía.