Hace unos días, mientras observaba mi robot aspirador en su rutina de dar vueltas por casa, me vino a la cabeza una inquietante pregunta. ¿Qué pasaría si, como aquél que no quiere la cosa, empezara a perseguirme con intenciones de vete tu a saber qué? Entonces, la inquietud me invadió. Recordé algunas noticias alarmantes sobre la Inteligencia Artificial y empecé a investigar qué es y si, realmente, es tan peligrosa como algunos dicen.
Qué es la Inteligencia Artificial
Básicamente, con la Inteligencia Artificial lo que se pretende es la imitación, mediante sistemas informáticos, de los procesos mentales del ser humano, dando lugar a las capacidades de aprendizaje, análisis y toma de decisiones en base a los datos adquiridos y aprendidos por la máquina.
En este sentido, las máquinas cada vez tienen más capacidad de aprender y, en función de esos “conocimientos”, analizar y tomar decisiones en determinados contextos.
Dentro de la IA, la machine learning, la parte que podemos considerar más real y prometedora, no deja de ser un conjunto de tecnologías que algunos creen que acabarán llevando a que una máquina termine “pensando” como una persona.
Las máquinas actualmente son capaces de muchas cosas: reconocer imágenes, participar en conversaciones y ganar a los humanos, por ejemplo, al ajedrez. Pero de ahí a pensar que se puedan ver algoritmos capaces de construir procesos de aprendizaje tan perfectos que pongan en “peligro” al ser humano, aunque es posible, ciertamente estamos muy lejos, si es que en algún momento llegan a tener algún viso de realidad.
Breve Historia de la Inteligencia Artificial
Podemos considerar a Alan Turing (1912-1954) como el padre de la Inteligencia Artificial. Fue un hombre que se adelantó a su época. En 1950, en los inicios de la computación, ya estaba lidiando con uno de los grandes dilemas de la informática: ¿pueden pensar las máquinas?
No obstante, en 1956, dos años después de su muerte, el científico estadounidense John McCarthy (1927-2011) es quien acuña el término de Inteligencia Artificial.
Turing tenía plena conciencia de la necesidad de hallar evidencias empíricas. Por ello propuso lo que actualmente se conoce como el Test de Turing, para determinar si una máquina es capaz de pensar por sí misma.
El test de Turing consiste en una prueba en la que una persona debe averiguar si está interactuando con otra persona o con una máquina, ubicadas en habitaciones diferentes. Se determina que la computadora posee un nivel de inteligencia óptimo si la persona que mantuvo la conversación con la máquina no pudo resolver si habló con una computadora o un humano.
Riesgos y “peligros” de la Inteligencia Artificial
El pasado mes de julio, la prensa se hizo eco de un hecho, cuanto menos, curioso. Los investigadores de la división de Facebook conocida como Facebook Artificial Intelligence Researchers (FAIR), habían descubierto que dos bots (dos programas informáticos que imitan el comportamiento humano) desarrollados por la Compañía, habían creado su propio lenguaje. Vamos, que al parecer se habían puesto a hablar “de sus cosas”. Los científicos, al no poder “entenderlos”, se asustaron y los desconectaron a toda velocidad, pensando que en cualquier momento iban a adquirir vida propia e iban a tomar sus propias decisiones, suponiendo un gran peligro para la Humanidad. Terminator estaba a punto de aparecer para aniquilarnos a todos…
Obviamente, la realidad es totalmente diferente. Lo que hicieron los investigadores fue analizar el experimento (sí, sólo se trataba de un experimento), y cambiar sus parámetros, porque lo que estaba sucediendo no aportaba nada a la investigación.
Las máquinas no estaban inventando un lenguaje incomprensible. Simplemente estaban interactuando de una manera diferente a lo esperado. Nada más.
Como conclusión, sólo decir que se ha de estar muy atento a este tipo de informaciones que los medios pueden convertir, con una mezcla de tremendismo, sensacionalismo y desconocimiento, en noticias impactantes que pueden alarmar innecesariamente a la población.
Hay que tener cuidado porque, en cualquier momento, tu Thermomix puede cobrar vida e intentar asesinarte como si de una película de Hitchcock se tratara.