En muchas ocasiones, cuando accedemos a cualquier servicio, como por ejemplo una red social, nos sentimos bien porque el acceso es gratuito. Podemos compartir con amigos o familia nuestras fotos, los lugares que visitamos o, cuando nos vamos de vacaciones, les hacemos revivir con nosotros esos momentos especiales y las anécdotas divertidas que nos suceden. En otros casos, también podemos expresar nuestras opiniones o comentar situaciones que nos importan y compartirlas libremente. Sin embargo, no somos conscientes de que estamos cediendo, gratuitamente, nuestros datos personales. Y hay una máxima que casi siempre se cumple: si un servicio es gratuito, el producto eres tú.
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Qué datos personales tienen de nosotros
Cuando nos damos de alta en cualquier red social, como Facebook o Twitter, lo primero que nos piden es que les facilitemos nuestros datos personales. Al mismo tiempo, en esas interminables condiciones del servicio que nadie se lee (yo el primero), les autorizamos a que puedan utilizar estos datos, junto con los de navegación, las cosas que compartimos, donde estamos (nuestra geolocalización), etc., con el objeto de ofrecernos todos aquellos anuncios publicitarios que se adecuen más a nuestros gustos o preferencias y hacernos la vida “un poco más fácil”. Hay que agradecerles el interés que muestran por nosotros.
Aquí tenemos la primera y fundamental razón por la que no tenemos que pagar. Facebook vive de la publicidad que contratan las empresas. Facebook les facilita estadísticas basadas en todos los datos que recopilan, para que las campañas publicitarias se dirijan con la mayor precisión posible a todos los potenciales clientes que podrían estar interesados en sus productos.
Si nos bajamos el archivo de los datos que Facebook almacena sobre nosotros, nos sorprenderá la cantidad de información que tienen sobre nosotros: la agenda de nuestro teléfono, la cronología de nuestra vida, las localizaciones con ips o cookies, las aplicaciones instaladas…
El caso Cambridge Analytica
Hace unas semanas saltó uno de los mayores escándalos que ha salpicado a Facebook: el caso de Cambridge Analytica. ¿Y qué supuso? Nada más y nada menos que 50 millones de perfiles de Facebook fueron recolectados para acabar configurando perfiles psicológicos que luego serían vitales para orquestar campañas políticas: mensajes específicamente diseñados para ciertas audiencias que acabarían influyendo en el voto final.
¿Y cómo consiguieron recoger datos de todos esos perfiles? La compañía responsable pagó campañas de publicidad en Facebook para que los usuarios se animaran a rellenar un test de personalidad con una aplicación específica diseñada para este propósito en ThisIsMyDigitalLife.
Esa aplicación pedía permiso a esos usuarios para acceder a sus perfiles y a los de sus contactos. Ahí estaba el verdadero secreto de la herramienta que acabó «atrapando» los perfiles nativos de 320.000 usuarios. El problema es que de media esos usuarios tenían a su vez 160 contactos cuyos perfiles, sin saberlo, estaban disponibles para Cambridge Analytica.
En apenas 2 o 3 meses el proceso hizo que la empresa contase con «unos 50 o 60 millones» de perfiles de Facebook, una cantidad de información asombrosa que acabó dando como resultado modelos y algoritmos con los que nutrir campañas electorales específicas.
En el año 2015, cuando Facebook conoce este hecho, le pide a Cambridge Analytica que elimine todos estos datos. Sin embargo, el mal ya estaba hecho. Había numerosas copias de los mismos que habían sido enviados por correo electrónico sin cifrar.
¿Somos dueños de nuestros datos?
Tristemente, no. No lo hemos sido ni tampoco lo somos en la actualidad. Es una afirmación tan terrorífica como cierta.
Desgraciadamente, el caso de Cambridge Analytica es la punta del iceberg.
Nuevo Reglamento de Protección de Datos
El próximo 25 de mayo entrará en vigor el nuevo Reglamento de Protección de Datos, desarrollado por la Unión Europea en 2016. En el se establece que la privacidad de nuestros datos se convierte en un Derecho Fundamental.
Esto implicará que las grandes empresas tecnológicas norteamericanas (Google, Apple, Facebook y Amazon) deberán cumplir este reglamento si quieren dar servicio a los ciudadanos europeos.
Además, de infringirlo, las sanciones pueden alcanzar el 4% del volumen de facturación; el equivalente a 20 millones de euros en el caso de Facebook.
Conclusión
Esperemos que la entrada en vigor de esta nueva normativa en la Unión Europea sobre la protección de datos suponga un avance importante para recuperar nuestros datos personales, datos que nunca debieron dejar de pertenecernos.
Aparte de esto, hay algo que todos deberíamos tener siempre en cuenta cuando accedemos a cualquier red social: tener mucho cuidado con todo aquello que compartamos, porque nunca podemos estar seguros de cómo podrán ser utilizados ni en qué manos pueden terminar acabando.